Históricamente se ha asegurado que el orgasmo masculino (o de las personas con pene) es, en términos conceptuales, inseparable de la eyaculación. Es probable que esta idea fuera cierta para nuestros antepasados y desde luego todavía puede resultar difícil cuestionarla… en la práctica.

Sin embargo, un conjunto de teorías actuales sostienen que se trata de dos funciones diferentes: mientras la eyaculación es un simple reflejo que ocurre en la base de la columna vertebral, un espasmo muscular involuntario que culmina en la expulsión del semen y se siente sólo en el pene, el orgasmo es mucho más que eso: es una experiencia física y mental de gran intensidad, producida por la contracción de todos los músculos del cuerpo. Una distinción que resulta clave a la hora de hablar de multiorgasmia. Otra es que, aunque para los seres humanos mantener la erección es una tarea más delicada que para la mayoría de los mamíferos -todos los animales y primates, menos el hombre, tienen un hueso llamado “baculum”, que cumple la función de apuntalar-, está demostrado que los hombres no pierden inevitablemente la erección después del orgasmo o la eyaculación.

Cuando se habla de multiorgasmia en las mujeres (y personas con vulva) por lo general es en referencia a una secuencia de orgasmos de intensidad semejante. En los hombres se refiere a eso mismo -un conjunto de sensaciones placenteras que se suceden sin llegar a eyacular– pero también a la supresión del período refractario. Es decir, de aquella fase de tiempo variable que sucede a la eyaculación, en la que el hombre no puede conseguir una erección.

¿Cualquiera puede?

Según algunos investigadores modernos -y también de acuerdo a textos antiguos sobre sexualidad y placer-, los hombres (y personas con pene) están capacitados para experimentar orgasmos múltiples, lo cual no necesariamente se relaciona con la eyaculación, si aplican la técnica adecuada. En esta línea, los investigadores William Hartman y Marilyn Fithian, autores del clásico “Any Man Can”, del Centro de Estudios Maritales y Sexuales de Long Beach, California, sostienen que el secreto para lograr orgasmos múltiples no es más espiritual o misterioso que aprender a controlar la eyaculación a través del músculo pubocoxígeo, el mismo que libera o retiene la orina y que se fortalece mediante los famosos ejercicios Kegel. “Justo antes del momento de la eyaculación, uno contrae el músculo púbico y lo mantiene tenso hasta que pase la necesidad de eyacular, unos 15 segundos aproximadamente”, informó Hartman (a quien su libro le costó la excomunión del mormonismo).

Otra investigadora, Barbara Keesling, ha identificado tres tipos de orgasmos múltiples masculinos: en el primero, llamado “orgasmo no eyaculatorio”, la persona alcanza el orgasmo pero detiene la eyaculación por medio del músculo púbico, y sólo eyacula después de varios orgasmos; en el segundo, llamado “multieyaculación”, se tienen varias eyaculaciones parciales sucesivas; y en el tercero es cuando se alcanza un orgasmo intenso, se eyacula, para luego experimentar una seguidilla de espasmos postorgasmo. Keesling afirma que todos ellos pueden ocurrir sin pérdida de la erección. Sostiene además que los hombres multiorgásmicos se sienten energizados en lugar de agotados después del clímax, y que lo experimentan de manera más fuerte e intensa.